jueves, 17 de noviembre de 2011

LIBRO INÉDITO "AMEBA MAGA" XVII


a Reynaldo Jiménez


hay un aura en el mono que acá en la uña te nace hay un arpa

en la salva que roza la despierta luna del cuerpo la creciente

branquia en la lúnula que respira como si nada ni nadie hubiera

inanimado como si cediera la materia a sus temblores si conatos

animales te inspirasen la vertiente del vértice la vértebra te tiente

al tanteo de cada endoprimate que te habita cada zoo en la cutícula cada

clamor o clave de quien berrea en cada poro sea el nervio

quien remueva sus matrices sus bestias aurales cuando la uña

que refleja ese hilo feral ya te aleje de humanoide frontera que la estrella

primitiva se te imprima en el surco de la frente nunca frente sino

fronda esas ondas de la selva circulando por tus venas sean las salvas

que te rozan las crecientes lunas ferinas tus neandertalinas

fuentes de involución hacia el saurio su columna reptiliana que virase

tus vertebranquias hacia el suelo el cuerpo a tierra del consuelo

del que abraza las toperas de arenisca con los dientes del que repta

aferrado con los gestos a su liana a tu cuerda amazónica que vibra

como si nada ni nadie hubiera nunca sin vida sean las ariscas

contorsiones tus múltiples cuerpos disparando sin raíces las razones

no te habiten de más no te tapen las nieves si fulgores oxigenan

los cantos los tiñen de proezas de incertezas como si acá hubiera

una imposible fijeza la aventura celular de los que acunan

evanescentes animales que intermiten ademanes de una danza

interminable la que orea el esqueleto cuando polvo vivo de natura

se vuelve como si nada hubiera nunca sin la fuerza que te mueve

martes, 1 de noviembre de 2011

LIBRO INÉDITO "AMEBA MAGA" XVI



a Nakh ab Ra



este corazón es quien oye, no es

lo oído: si le hablo

desde el frágil velo que no oculta,

más bien revela otro cerebro (si hoy

celebro ser hebra): el lugar

de la nuca donde el ungüento no cuaja,

circula veloz, se arroja

fuera de esta caja: es un palacio

de neuronas en la tierra

sin coronas: la caverna

pastoral donde se ordeñan las almendras.

este corazón es quien oye, no es

lo oído: es quien ora

en la escucha, lo que horada

mi membrana en tu latido de albúmina

al entre-nadar el cuerperío, sus bacterias

exploradoras. entre nado

y nado la entrenada flema

da un salto y se retuerce:

bisbisea, sea el faro que me otea

la esponja ante-cefálica

si en ubicuidad de panal se obstina

en ser todos nuestros coros.

este corazón es quien oye, no es

lo oído: eso es tu glándula

informalizada, el temblor

del suelo que te invade.