miércoles, 28 de agosto de 2013

LIBRO "AMEBA MAGA" - SEGUNDA SECCIÓN - MEDUSAS

MEDUSAS


III

no se acabe la marea hasta que el beso de medusa nos inflame la epidermis
como un látigo y la extienda cual tiritas sobre el suelo repoblado muchas
lumbres alumbrando el devaneo de estas musas multitudes polintrusas
que eclosionan los festines cincelados en la carne los silbidos
vacilantes en la sangre muchedumbres cromoamantes hoy se expriman
en la boca del lactante: muchedumbre purpurina urda espacios de este
cuerpo transitado y del cardumen de su nombre: muchedumbre
diamantina nos agite las certezas y la lumbre del pescuezo con
salvajes sacudones y las leches de sus ubres precipiten el alud
del esqueleto al que aluden tantas cumbres y se abran estos huecos
del silencio en cada célula el humor en el cañón de la escopeta el
candor de la humareda en nuestros huesos y que acuosos
parlamentos de las médulas diluyan entre chispas nuestros versos en las
olas hipogrifas de las playas que los médanos se adhieran vivos a las
borlas de los sexos y se esparzan los humores sobre el plancton y prodiguen
sus azufres celulares a las fraguas estelares a las nieves sin sus crestas
armilares sin sus mieses sin sus haces el marasmo policromo de los gestos
nebulares y la lámpara que cuece en un segundo la cabeza o la paciencia
de los mares ¿que te viene, te decrece? en la entretela se entretiene el
penúltimo clamor de nuestra vela de los viernes la que tiembla entre las
sienes en la blanda sucesión de nuestras noches en la pasta
transformable que te tiene entre sus garras en las garzas que aletean
agolpadas en los poros que los días como células vigías multipliquen
estos climas medusarios estos tráficos de amebas que sorprenden
los horarios casi siempre en pleno oficio cotidiano si comienzan si
terminan si no ajustan sus relojes a tu pobre expectativa si se brindan al
puré de esmeraldinas procesiones en las fuentes del incierto contrabando
del que penden los plumajes del Simorgh o del que explora este puchero
trans-magnético de joyas y de auras: multitudes encendidas muselinas
de sutil adrenalina lumbre-zarza rediviva hasta que dios no sea más
que muchedumbre en la retina una mixtura o desmesura el hilo suelto en
la sutura que un sultán de microndinas erizara en su figura en su real
agrimensura ¿y si helara en las ojivas titubeantes del palacio sus panfletos
inflamantes sus deseos de volver sin un garante sin sus guantes sin
mojar sus sucios dientes seminales en el lago en el mar en el océano
velado el athanor de amebomago que transmite las señales los
señuelos del misterio los anzuelos del umbral donde se incuban los
ocelos? muchedumbre aturda el orden quite el velo del cardumen la
mortaja del perfume brote al fin la multitud huracanada sin
lamentos en la mente sin mensajes –¡las medusas
solamente!– el pasaje de la lira a la
cuerda que delira

jueves, 15 de agosto de 2013

LIBRO INÉDITO "AMEBA MAGA" XXX


sacá esa crápula costra de mi rostro: ¡sacame ya
el rostro!

(el agente rosa de la célula se desliza
con sigilo manierista
fuera de coordenada: una nube

tegumentaria y frenética se zafa
de la implacable férula
parroquial de los cuerpos terrestres)

por eso, cara o seca, danos
mejor la derretida hiena lunar
que respira bajo el antifaz:
la que nos hurga los ganglios, la que nos toma
de atrás, la que se asa
en tus natatorias radiaciones,
la que descansa, casta, en la periferia, la que aúlla
en los huesos, en el liquen ferroviario, la que reparte
tu silencio entre los juncos, la que encuentra
tus vagidos de batracio   
en los temblores nocturnos que asaltan al perro 
vagabundo. 

jueves, 1 de agosto de 2013

LIBRO INÉDITO "AMEBA MAGA" XXIX


y quiénes querían atraparte aleta desierta de las tribus
que apenas cortabas el espacio con tu quilla
desnuda quiénes cuántos
deseaban pintarte el dorso
con su doxa no comprenden no se atrapa
el flanco undoso que el océano trasluce

y quiénes quisieron trabar la muda tribu
que en tu dorso adiposo arremolina
estas voces (cebos) esas células marinas
de signos golosos designios de amnesia
a la deriva en el vagido atlético de los pontones

y quién quiere aún la póntica magnesia
de tus caudales libres aleta de la dádiva
cortical quién te mima quién se hila
a tus hipnóticas serpentinas

y quién es este cebo aceitoso al que adherís tu lengua
y que evapora su entremés a la primera lamida