no fuera cuestión que, desde sí, deshiciera
prematuramente los nudos de su cuerpo
–rudimentos de institución que las larvas
de la cultura ajustarían al primer atisbo
de inspiración o siquiera de la palabra
inspiración en sus labios–, o decidiera
no deslizar ni una sola imagen o referencia
–ni tan siquiera un guiño– de correcto
o incorrecto y obsecuente espejo social
o político en alguno de sus versos o que
–pecado capital– en su vida se rindiera,
para colmo de tantos, a aquella desmedida
“fe por vía vibratoria” en lo que puede
este mundo por su sola alegría germinal.
y así fue condenado a hablar solo, al vacío.
no fuera cuestión que, desde sí, insistiera
en cantar o escribir sobre lo que huye.
no fuera cuestión, ahora sí, que entreviera
otras hebras en la marea descalza de lo real.
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